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El último vals de Sabina

Actualizado: 6 dic

Recuerdo la primera ocasión en que escuché una canción de Sabina: tenía 7 años y era “Y nos dieron las diez”. Iba en el coche con mi tía y le pregunté: “¿Quién es ese señor?”. Me dijo que era un español y yo me quedé intrigada por su voz aguardientosa, tan distinta a la de Rocío Dúrcal.

Con el pasar de los años buscaba su música en YouTube y recuerdo consultar ciertas palabras en la RAE digital, como “farola”, o referencias geográficas como el Río de la Plata. Desde entonces, mi sueño es conocer Argentina.

Sabina representa a esa generación de artistas que tienen pasión en los escenarios; con una simple frase, sus letras te hacen analizarlas y pensarlas mil veces, como cuando dice:

“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.

Recuerdo a una amiga cuyo tío la hacía analizar todos los sábados las letras de Sabina, regresando las canciones varias veces. No es lo mismo escuchar a Sabina en la adolescencia que en la etapa adulta; siempre se encuentran cosas distintas. Y la misma canción, al cambiar de persona, no dice lo de siempre cuando dice lo mismo, como afirma el gran Benjamín Prado, poeta y amigo de Sabina.

Sabina representa para mí el amor por la literatura, por esas canciones que cuentan una historia: de amor, de desamor, de encuentros y desencuentros. No es el Dylan español, pero sus letras representan de manera excelente nuestra lengua.

Ni cantante de orquesta: su voz, para mí, es un rasgo único que lo distingue de otros artistas. No tendría el mismo peso la frase:

“Y me envenenan los besos que voy dando. Y sin embargo, cuando duermo sin ti, contigo sueño”.

Adoro que Sabina ama las palabras y los gatos. Dos cosas que yo también amo y que siempre han sido parte de mí. Debo confesar que se me salieron unas lágrimas al ver imágenes de su último concierto en Madrid.

Para mí, Sabina representa a un rockstar que sabe escribir increíble. Esto, más que una columna, es un agradecimiento por acompañarme durante mi adolescencia y enseñarme nuevas palabras. Gracias por mostrarme tu versión del amor y permitirme crear la mía. Yo sí quiero columpios en el jardín.

La modernidad nos ha llevado a que la música también sea rápida, pero las letras de Sabina, estoy segura, pasarán a la historia. Yo sigo llorando con algunas canciones. Sabina es nostalgia de un amor que no fue y que probablemente nunca será; es describir con música el sentimiento tan intenso del amor, Sabina es intensidad.

Gracias, Sabina. Sigamos la conversación.¿Usted qué opina, querido lector?

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