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Vicky y la envidia

Actualizado: 26 nov


Hace unos meses estaba recuperándome de una cirugía de muelas y me encontré en Netflix con la serie argentina Envidiosa. Ahora que estrena temporada, es un buen momento para recordarla.

Protagonizada magistralmente por la actriz Griselda Siciliani como Vicky, hay algo que me encantó de la serie: cómo explican la envidia humana. Para comenzar, querido lector, todos hemos sentido envidia. Yo no vengo a juzgar; vengo a analizar y a reflexionar de la mano de Vicky.

El verbo que dio origen a esta palabra era invidere, que se traducía como “mirar con malos ojos”, “envidiar”, “sentir antipatía”. Estaba formado con el verbo videre (“ver”, a partir del indoeuropeo weid, “mirar”) y el prefijo latino in-(“contra”). Este sentimiento, de cierta manera, equivale a “ver negativamente” o “mirar con hostilidad”.

En las creencias populares, la envidia sería el mal de ojo. Y ahora, en mi punto de análisis, me pregunto si las redes sociales son las causantes del desplome de la envidia, aunque siempre ha existido.

Todos hemos mirado un coche del año con deseo; vemos un cuerpo tonificado y quisiéramos que la disciplina nos la otorgara una varita mágica para lograrlo al instante, sin esfuerzo.

¿Pero las redes sociales estarán intensificando este sentimiento? En un reciente artículo de The New Yorker, el escritor Kyle Chayka declaró que la sociedad podría estar encaminándose hacia lo que él denomina “publicar cero”: un punto en el que la gente siente que no vale la pena compartir sus vidas en el mundo digital.

Relacionemos el “publicar cero” con la envidia, porque claro que a todos nos da miedo estar expuestos al mal de ojo. Evidentemente ahora existen los ojos digitales y esos usuarios que ya no comparten nada por temor o cringe, porque no quieren ser vistos ni expuestos a estas miradas digitales.

Desgraciadamente, no hay un antídoto para la envidia. Algunos usan pulseras rojas, otros recurren a hierbas ancestrales; todo es válido para sobrellevar este sentimiento. Por mi parte, recurro a la terapia, pero sobre todo a fortalecer mis vínculos cercanos.

Hace unos días, un excompañero de trabajo publicó sus momentos felices en Facebook. No pude evitar comentarle que me hacía bien leerlo y me alegraba que lo compartiera cuando ya casi nadie publica sus momentos felices por el pinche mal de ojo.

A mí hay algo que me preocupa, querido lector: esas personas que hacen TikToks diciendo que “según” toman terapia y se apropian del lenguaje terapéutico sin formación académica. Qué peligro. Todo lo contrario de Vicky, que nos muestra un proceso largo, incluso con sus recaídas.

Se vale sentir envidia, pero lo que no se vale es andar de mala vibra con los demás. Me encanta que el personaje de Vicky toma terapia y comete errores; además, amo lo colorido de su vestimenta en un mundo plano y beige.

El personaje de Vicky es color: una mujer real, con defectos y virtudes. Sigamos la conversación. ¿Tú qué opinas?



 
 
 

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